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La dialéctica aplicada al pensamiento utópico (página 2)



Partes: 1, 2

"Si Venecia fue el producto más elevado de la
práctica medieval, Utopía fue quizás, en lo
tocante a la constitución y organización de las
comunidades urbanas, el ejemplo más cabal del pensamiento
medieval tardío. Pero ¿quién estaría
dispuesto a cambiar Venecia por la pesada reglamentación y
la uniformidad de Amaurota?. Y, sin embargo, ¿quién
cambiaría el decoro cívico de Amaurota por la
tiranía furtiva, las sospechas y los odios enconados, las
difamaciones, los ataques a mano armada y los asesinatos que hay
tras el comercio próspero y el arte festivo de Venecia?.
La falla que había pasado de civilización en
civilización, a través del recipiente urbano,
aún era visible en ambas ciudades. Cuando admiramos la
forma exterior sobreviviente, no debemos olvidar la subsistencia
del trauma interior, que es el trauma de la civilización
misma, de la asociación de señoría y
esclavitud, de poder y sacrificio
humano."[64]

2.1.3.- Francis Bacon. "Nueva
Atlántida".

El pensamiento de Francis Bacon, en lo que hace
referencia al campo de las ciencias sociales, se enmarca en las
polémicas de la primera mitad del siglo XVII sobre el tema
del absolutismo y de la prerrogativa regia, de la que es
partidario nuestro autor, aunque no del poder absoluto del
monarca; su ideario político es principalmente
patriótico[65]y claro partidario de la
expansión nacional británica. Desde el punto de
vista filosófico el valor de la obra de Bacon, su
teoría general del conocimiento, se ha considerado base
bastante para reputarle como fundador de la filosofía
moderna. En su obra queda expuesta la corriente racionalista y su
fuerte posición crítica al escolasticismo. La gran
meta de su pensamiento fue la renovación de la base de
todas las ciencias para alcanzar el objetivo de dominar las
fuerzas naturales en beneficio del hombre – de ahí la
denominación de su sistema filosófico como
utilitarismo- mediante el conocimiento puro de la naturaleza,
obtenido por un método inductivo, no exclusivamente
empírico, en que se desterrasen los prejuicios, o sea los
"idola". En la obra de Bacon se consuma la escisión entre
la razón humana y la revelación divina.

Bacon estudia la separación existente en su
época entre las artes y las ciencias, acusando al
pensamiento aristotélico y escolástico de las dos
causas de esta separación: la doctrina de que el arte
sólo alcanza a imitar la naturaleza, de ninguna manera a
transformarla; la segunda, la consideración de que el
perfeccionamiento humano estriba en la actividad contemplativa.
Bacon desacredita estos dos puntos de vista y enaltece la
importancia de las artes manuales y la necesidad de asociarlas a
las ciencias; afirmando, seguidamente, la primacía de la
acción sobre la
contemplación.[66]

Como veremos en su utópica ciudad, ha sido la
pérdida del conocimiento sobre la naturaleza la que ha
llevado al hombre a una situación de desgracia, incapaz de
enfrentares a un mundo que considera hostil[67]por
desconocido; por eso, para recuperar esa felicidad originaria, la
sociedad debe brindar al hombre todas las facilidades, materiales
y espirituales, para un nuevo conocimiento y
profundización en los secretos naturales, aunque para esto
tendrá que pagar un precio, posiblemente consistente en la
pérdida de la libertad originaria[68]No
será necesaria la revelación divina, en cuanto que
ésta se mueve dirigida a otro fin; será la ciencia,
sin ninguna cortapisa religiosa, la única en adentrarse en
los fenómenos físicos que controlan el
mundo.

Francis Bacón escribe "Nueva Atlántida"
entre los años 1.623 y 1.624, publicándola en
1.627, lo que en las circunstancias políticas de la
Inglaterra de su tiempo, significó una crítica al
sistema inglés, del que, por otra parte, era un ilustre
representante. Tomando como modelo explícito la
Atlántida de Platón, formula una utopía cuyo
sentido último es el ansia de conocimiento. Lo cual queda
subrayado por el hecho de que no existe en toda la obra una
descripción física de la isla o de sus ciudades,
sino solamente de una ciudadela, dentro de la ciudad, que es la
Casa de Salomón, cuyo propio nombre ya nos indica el
interés baconiano por el saber y el
conocimiento.

La falta de descripción del territorio y de las
ciudades, se acentúa cuando encontramos todo lujo de
detalles en la descripción de la Casa de Salomón;
lo cual nos lleva a preguntarnos sino será ésta la
representación utópica de la ciudad
ideal.

A dar el dibujo de esta Casa de Salomón dedica el
autor diez páginas de su obra[69]de las
cuales vamos a entresacar los aspectos que más
relación pueden tener con nuestro tema. Primeramente la
Casa de Salomón se constituye en la centralidad de la
capital de la Nueva Atlántida; sólo esta ciudad
dentro de la ciudad es merecedora de ser descrita. Presenta tres
grandes divisiones físicas, que a la vez van a tener un
fuerte contenido simbólico:

– Región Inferior.

– Región Media.

– Región Superior.

La región inferior de la Ciudad de Salomón
está formada por cuevas profundas y espaciosas, excavadas
algunas de ellas y otras naturales, y cumple las siguientes
funciones:

– Refrigeración y conservación, tanto de
los alimentos y productos perecederos, como de los cuerpos de
humanos o animales que han de ser estudiados o
analizados.

– Cementerio, que además se usará para la
obtención de distintos tipos de cementos y
abonos.

– Producción de todos los metales necesarios,
mediante sabias combinaciones de los minerales que en ella se
encuentran.

– Curación de enfermedades; curación que
se produce a una determinada temperatura de los
cuerpos.

A esta Región Inferior se contrapone una
Región Superior, construida en lo más alto de la
ciudad y formada por altas torres. Las funciones de esta ciudad
superior se contraponen, a nivel simbólico, con la que se
producen en la inferior; aquellas son:

– Estudio de todos los fenómenos
climatológicos y su influencia en la naturaleza y en la
vida del hombre: cultivos, enfermedades, sequías,
etc.

– Observación de los astros y meteoros, fundando
una ciencia, la astronomía, que se debe alejar de las
falsas concepciones de la astrología.

Entre las dos regiones descritas se interpone la
Región Media, la que está situada en "el aire entre
las dos". Esta región se corresponde con el campo
clásico de las ciencias de la naturaleza, pero es en la
que Bacon va a dejar funcionar libremente su imaginación y
la que se contemplará, en su tiempo, como una verdadera
utopía. Los espacios funcionales se describen con cierto
rigor y hace toda una clasificación de las necesidades que
satisfacen. Sus instalaciones, resumiendo, son las siguientes,
por el orden en que el autor las va describiendo:

– Grandes lagos, salados y dulces, artificiales, que se
aprovechan para la cría de los distintos peces.

– Piscinas que transforman el agua salada en dulce y
viceversa.

– Pozos de agua y fuentes artificiales.

– Cámaras de salud para los enfermos, en donde se
les aplican los tratamientos necesarios, lo que unido a su propia
configuración, las hace más eficaces.

– Baños termales.

– Huertos y jardines, "donde no se respeta tanto la
belleza como la variedad de los suelos".

– Parques y cercados para el estudio de los animales,
tanto de los domésticos como de los salvajes.

– Lugares especiales para la cría de gusanos y
moscas, que pueden tener una gran influencia en los
cultivos.

– Cervecerías, panaderías y cocinas, que
fabrican maravillosos alimentos y bebidas.

– Dispensarios de medicinas.

– Tiendas con todo tipo de materiales.

– Hornos para la producción de distintos tipos de
calor: húmedo, seco, etc.

– Casas- perspectivas, para la producción de
luces y radiaciones, así como de todos los colores y
objetos de visión.

– Casas- sonido, para producción de ruidos,
músicas y silencios.

– Casas- perfume, en las que se hallarán los
distintos olores.

– Casas- máquina, para la producción y
reparación de todo tipo de máquinas.

– Casas- engaño de los sentidos; para confundir a
éstos haciéndolos ver, oír, sentir lo que no
es, o al contrario.

En esta Región Media en la que Bacon desborda el
universo empírico conocido, desenvuelve su creencia en lo
ilimitado del conocimiento científico y en la capacidad de
éste para transformar el mundo[70]De
ahí el último "crescendo" fantasioso por él
realizado en la representación de esta región. La
utopía de Bacon no se centra tanto en un sistema
político perfecto, cuya base va a ser una ciudad perfecta,
como en un sistema científico mejor, cuya base va a ser la
educación y el conocimiento científico reflejado en
la Casa de Salomón; aunque la consecución del saber
necesite del sacrificio de otros valores que predicaba el
humanismo cristiano del XVII, como es el de la libertad del
individuo, sacrificada a la imposición del poder, cuyo
único fin es el conocimiento[71]

2.1.4.- Tomás Campanella. "La Ciudad del
Sol".

El dominico Tomás Campanella escribe, hacia
1.602, en su prisión napolitana, "La Ciudad del Sol",
aunque no será publicada hasta 1.623, en Francfort. Esta
obra, con un platonismo entre mágico y confuso, tiene el
mismo origen que la "Utopía" de Moro. Al igual que
éste, Campanella es un representante del humanismo
cristiano, pero más exacerbado en sus planteamientos
religiosos, que llegan a ocultar, por momentos, el pensamiento
"naturalista" de fondo. Todo su fundamento teórico
está basado en la naturaleza, entendida ésta como
"ley natural" anterior a los hombres; pero la visión
natural se complementa con lo religioso, imprimiéndole un
giro al naturalismo que lo va a convertir en algo hueco al que
llena de contenido la visión
religiosa[72]De esta visión
teocrática del mundo va a llegar a una afirmación
del poder, como algo absoluto, aunque encubierto en afirmaciones
de la necesaria libertad del pueblo.

"La Ciudad del Sol" está atravesada,
además de por la militancia religiosa de su autor, por la
idea de lo natural. Es en lo natural donde se va a encontrar
remedio en la ciudad para los males del cuerpo; la
cercanía de los astros con la naturaleza nos va a
significar la importancia que se concede a la observación
de los astros y la influencia de estos en la vida diaria; por
último, las consideraciones socialistas de algunos
pasajes, la negación de propiedad privada y el deseo de la
propiedad comunitaria, se basa en que así se encuentra en
la naturaleza.[73]

"La Ciudad del Sol", dentro de la utopías
clásicas, es la de más difícil
conceptualización. G. Estébanez, en la
introducción[74]nos cita como posibles
antecedentes a Isaías 19, 18, Ciudad del Sol, Ectebana,
capital del imperio meda, rodeada de siete murallas. pero es de
la opinión de Bobbio, que afirma que no existen
antecedentes, que todo el pensamiento campanelliano es de
índole solar. No hay duda de que conocía la obra de
Moro y, al igual que éste, escribió su
utopía en forma de diálogo[75]pero
no existe otro parecido entre ambas, excepto el ya
señalado del naturalismo cristiano.

La descripción de la Ciudad del Sol nos la ofrece
Tomás Campanella al principio de la obra, en la
contestación por parte de Genovés a la quinta
pregunta de Hospitalario, de ésta escogemos los
párrafos más significativos de la
descripción:

– Situación de la ciudad: "En una amplia
campiña, sobre un collado, aunque sus cercas alcanzan
más que el monte."[76]

– Tamaño de la ciudad: "Dos millas de
diámetro y más de siete millas de
círculo."[77]

– Forma de la ciudad: "Ciudad distribuida en siete
círculos grandísimos, nombrados según los
siete planetas, y se entra de uno a otro por cuatro calzadas y
por cuatro puertas, que miran a los cuatro ángulos del
mundo; pero lo está de tal manera que si fuera expugnado
el primer círculo, se necesitaría más
trabajo para el segundo y después más; de suerte
que se necesita expugnarla siete veces para vencerla. Más
soy de parecer que no se puede ni el primero, tan grueso es y
terraplenado, y tiene baluartes, torreones, artillería y
fosos por fuera."[78]

De estos párrafos podemos deducir las siguientes
ideas:

– La ciudad se encuentra en un alto denominando la
campiña, aunque también se extiende por el llano.
La supremacía de la altura va a ser reforzada en los
círculos más interiores de la misma, donde radican
los órganos de poder, siguiendo con ello una tendencia, ya
medieval, que fiaba la defensa de la ciudad a la altura como
posición dominante del espacio.

– Nos ofrece el tamaño exacto de la ciudad, que
coincide con una de tamaño grande, para su época,
pero todavía dentro de los cánones
humanísticos, una ciudad al servicio del hombre, que
éste puede recorrer libremente.

– La ciudad circular, posible influencia de la doctrina
vitruviana[79]aunque puede tener antecedentes
más remotos[80]distribuida en siete
círculos concéntricos, atravesados por cuatro
calzadas con sus respectivas puertas, es el modelo máximo
de la ciudad fortificada, que en el Renacimiento va a tener una
importancia primordial, aunque para Helen Rosenau el origen sea
mucho más identificable[81]Así la
inexpugnabilidad se busca con la redundancia de los frentes
defensivos, hasta siete, en los que se demuestran los adelantos
arquitectónicos en las técnicas de las
fortificaciones. Sigue con la descripción de la
ciudad:

"Entrando se ve un llano de cincuenta pasos entre la
muralla primera y la otra, acto seguido están los
palacios, todos unidos en círculo por el muro. Encima como
claustros con columnas y por debajo no hay entrada, como no sea
por la parte cóncava de los palacios. Se va ascendiendo
por gradas oblicuas, que apenas se nota. (…) En la cima del
monte hay un gran llano y un gran templo en el medio de hechura
estupenda. (…) El templo es perfectamente redondo y no tiene
murallas que lo circunden, sino que está situado sobre
columnas gruesas y muy hermosas."[82]

La descripción de la ciudad central es minuciosa,
donde se demuestra que Campanella es conocedor de la arquitectura
de su tiempo, al igual que de los tratados arquitectónicos
que se empiezan a publicar. Siguiendo las ideas
urbanísticas del Renacimiento, Vitruvio y Alberti
principalmente, da la máxima centralidad y convierte en
punto focal de la perspectiva ascendente al Templo, lo que va a
coincidir con su imagen teocrática de la ciudad y
símbolo central de todo el sistema urbano, del que parten
los cuatro ejes radiales hacia los cuatro ángulos del
mundo. Va a ser alrededor de este Templo, y subordinadas a
él en el espacio físico y simbólico, donde
localice el resto de las actividades humanas: por fuera
están los claustros; las celdas ocultas en la
cúpula; las estancias bajeras son talleres, cocinas,
graneros, roperías, despensas, refectorios, lavaderos,
etc.

Sobre este espacio físico va a construir su
utopía, basada principalmente en la propiedad comunal;
empezando por la de la mujeres y de los niños; ya que los
considera la base de la propiedad privada y, por tanto, de todos
los males que pueden afligir a la especie humana. También
son comunes las estancias, dormitorios, lechos y ajuares, cuya
posesión es rotativa cada seis meses. Las cocinas
públicas y los almacenes públicos, completan esta
supresión de las apetencias individualistas; aunque hay
que subrayar que la propiedad pública es deseable en
cuanto que es la que dicta la ley natural y, en definitiva, por
lo tanto, es la querida por Dios. La Ciudad del Sol es una ciudad
planificada, "fundada", en cuya fundación intervinieron
los satélites y así nos describe dicha
fundación y planificación de acuerdo con
éstos y con una investigación previa de los mismos.
Podemos concluir que la utopía campanellana va a ser la
que menos influencia tenga sobre el resto de las utopías
clásicas y posteriores; posiblemente como consecuencia de
la vehemencia de Campanella en la expresión de sus ideas,
pero también en el excesivo peso que otorga a la
religión; sin olvidar su subversiva visión de la
abolición de la propiedad privada y la puesta en
común de mujeres y niños.

2.2.- Las utopías urbanas clásicas.
Enumeración y exposición abreviada de las
utopías urbanas clásicas en su marco
histórico.

"Y así, de deseos y de miedos, están
hechos nuestros proyectos más auténticos, sin
importarnos…, o no, convencidos de que son realidades muy
reales. Como lo son nuestros mitos más vivos, nuestras
creencias, nuestras leyendas o nuestros arquetipos, ante los que
nunca cuestionaremos su existencia, porque existen muy vivamente
para nosotros, aunque no hayan existido
nunca."[83]

El capitalismo europeo había seguido un lento
proceso de formación durante los siglos XVII y XVIII, al
principio del siglo XIX las formas capitalistas, en el terreno de
la industria, el comercio, la agricultura y las finanzas estaban
ya fijadas y eran capaces de una mayor transformación y
progreso[84]Factor decisivo de esta
transformación fue la ciencia aplicada a la
economía, es decir la técnica. El hombre
sujetó a su servicio a nuevas fuentes de energía,
cuyo rendimiento era mucho mayor que el del trabajo
humano.

Durante el primer tercio del siglo XIX, éste
descansó en dos materias primas: la hulla y el hierro; la
primera, como fuente de energía; la segunda, como mineral
básico para la construcción de máquinas
industriales. Al mismo tiempo se desarrolló la idea de una
máquina móvil, que corriera sobre vías de
madera o de hierro y, ya en 1.850, los buques de vapor se
impusieron a los veleros. Adquiriendo, así, el transporte
mayor velocidad y, en consecuencia, los países se
aproximaron y la circulación de mercancías se
elevó a cantidades ingentes. Las aplicaciones
técnicas de la electricidad también contribuyeron a
este profundo cambio y las noticias se transmitieron
instantáneamente a través de los hilos
telegráficos.

La renovación de las fuentes de energía,
la rapidez y uniformidad en la obtención y
distribución de los productos, la amplitud del campo de
aplicaciones de los nuevos procedimientos industriales,
contribuyeron a la formación y consolidación del
sistema capitalista. Muy a menudo se produjeron crisis
económicas importantes, seguidas de periodos de gran
prosperidad. Esas alternativas de la vida económica
reflejaron por primera vez los inconvenientes del sistema. Se
empezó a hablar de superproducción y de paro
obrero, de competencia onerosa y de la necesidad de un nuevo
proteccionismo estatal.

En la industria, la racionalización, llegó
a extremos muy acusados. De un lado, para aprovechar al
máximo el trabajo del obrero y obtener productos a precio
reducido se implantó el sistema de la producción en
cadena y en serie. De otro, la industria tendió a
concentrarse, tanto en forma geográfica como financiera.
La agricultura fue también organizada en forma
capitalista, e incluso industrializada, por lo menos en los
países que se situaron a la cabeza del progreso
técnico. El comercio se benefició de los nuevos
sistemas de transporte de mercancías, el ferrocarril y el
barco a vapor, aumentando el volumen y la distancia de las
distribuidas.

Las crisis económicas periódicas
constituyen un síntoma del mal funcionamiento del sistema.
Como ya advirtió Malthus desde los mismos orígenes
de la civilización industrial, el desarrollo del mundo
capitalista implica una serie de ciclos económicos,
caracterizados por las etapas de prosperidad, boom,
crisis, depresión y recuperación, siendo durante el
siglo XIX un régimen decenal de ciclos
económicos.

El desarrollo del capitalismo no hubiera sido posible
sin el aumento paralelo de la población europea; pero, a
su vez, éste dependió de aquél. Son dos
fenómenos indisolublemente unidos que marchan al mismo
ritmo. Los grandes centros industriales requirieron cada
día nuevos brazos; la riqueza general, el aumento de la
producción y el abaratamiento de los géneros
elevaron el coeficiente de natalidad, al mismo tiempo que se
redujo el de mortalidad por la difusión de la higiene
pública y privada y los progresos de la ciencia
médica. Estos hechos explican el extraordinario desarrollo
de la población europea durante el siglo XIX. A principio
de siglo poblaban este continente ciento ochenta y ocho millones
de personas, siendo la población total a finales de siglo
de más de cuatrocientos cincuenta millones.

Fenómeno no menos importante fue el desarrollo
vertiginoso de la población urbana[85]La
concentración industrial y la política de salarios
más remuneradores en la industria que en la agricultura,
atrajo a las ciudades masas de población campesina. Este
fenómeno tuvo consecuencias decisivas en el orden social y
cultural del siglo. En la gran ciudad se consumó la
desvinculación entre el hombre y el suelo y se
formó el proletariado obrero. La cultura del siglo XIX fue
llevada a su apogeo por la ciudad; ésta impuso sus gustos,
sus ideales y sus normas, y el campo las admitió,
sugestionado por las maravillas de la gran vida
urbana.

En este contexto histórico, que Lewis Mumford
sitúa entre la culminación de la fase
paleotécnica y los comienzos de la fase
neotécnica[86]se va a desarrollar la obra
de distintos pensadores, conocidos como socialistas
utópicos, concepto bastante más amplio que el que
aquí nos interesa, que van a intentar poner remedio a la
situación existente de la ciudad industrial
conocida[87]

La característica común a todos ellos es
que han desarrollado utopías urbanas, en el sentido
estricto estudiado por K. Mannheim[88]y que pueden
adscribirse a la etapa correspondiente a la idea
humanitaria-liberal. Françoise Choay, desde un intento de
conceptualización y clasificación
distinto[89]también los ha englobado en lo
que llama el preurbanismo
progresista[90]

El modelo progresista, en la fase que Choay denomina del
preurbanismo, presenta las siguientes
características:

– Concepción del individuo humano como "tipo",
con independencia de todas las contingencias o diferencias de
lugar o de tiempo.

– El racionalismo de la ciencia y de la técnica
deben permitir solucionar todos los problemas: idea de
progreso.

– El análisis racional va a permitir la
determinación de un "orden-tipo", susceptible de aplicarse
a cualquier grupo humano.

– Las particularidades de ese orden-tipo
serán:

– El espacio es abierto, cuajado de huecos y de verdor:
valoración de la higiene.

– El espacio urbano se divide de acuerdo con un
análisis de las funciones humanas: lugares distintos para
las distintas funciones: trabajo, cultura, esparcimiento,
etc.

– Esta lógica funcional debe traducirse en una
disposición simple.

– Austeridad en la estética: coincidencia de
lógica y belleza; geometría natural.

– Precisión absoluta en los detalles, lo que da
como consecuencia la rigidez del modelo.

– Edificios definidos, como prototipos, de una vez por
todas.

– Vivienda standard.

– Asentamientos atomizados.

– El concepto clásico de ciudad se diluye, en
tanto aparece el de ciudad-campo.

– Los modelos progresistas se presentan como sistemas
coactivos y represivos: autoritarismo político.

Estas características reseñadas por Choay
son cumplidas por todos los autores que vamos a estudiar en este
apartado.

A este modelo progresista opone un modelo
culturalista[91]cuyos representantes van a ser en
el preurbanismo Camillo Sitte, Ebenezer Howard y Raymond Unwin,
caracterizado por la crítica nostálgica del
presente; un intento de huir al pasado, ejemplificado en las
ciudades del Renacimiento y cuyo punto de partida ya no es el
individuo sino el grupo humano, al que hay que dar, por encima de
todo, satisfacciones a sus necesidades espirituales, antes que a
las materiales[92]En la fase del urbanismo
progresista y culturalista añade un nuevo modelo de
urbanismo naturalista, representado por Frank Lloyd Wright,
representación de las ideas antiurbanas
americanas.[93]

Después de esta introducción pasamos a
analizar la obra de los que consideramos utopistas urbanos
clásicos: Owen, Fourier y Cabet,[94] ya que
no consideramos utopías urbanas, en el sentido tantas
veces aludido de Mannheim, las de Buckinghan, Godin o
Richardson[95]pues las faltaría la
componente de destrucción del orden urbano establecido
para ser sustituido por otro nuevo orden, dentro de un marco de
cambio total de las relaciones entre los distintos grupos
sociales y, no menormente, de la concepción del
mundo.

"A veces la ciudad ideal se queda en una simple imagen
literaria. En el siglo XIX aparecen una larga serie de
utopías, desde C.N. Ledoux hasta W. Morris, pero en la
primera mitad del siglo y, especialmente en los años
cargados de esperanza que transcurren entre 1.820 y 1.850,
algunos de estos imaginadores de ciudades tratan de pasar a la
acción. Estos episodios se podrían integrar en la
literatura utópica, pero estamos obligados a destacarlos,
como iniciadores de una nueva línea de pensamiento y
acción con la que comienza efectivamente – aunque
sólo de forma simbólica y frecuentemente
artificiosa- una acción consciente para la reforma del
paisaje urbano y rural, y con ello, según la
definición de Morris, de la arquitectura
moderna."[96]

2.2.1.- Robert Owen (1.771-1.858).

Es el primero de los pensadores urbanos utópicos,
publica "Report to the Committee for the Relief of the
Manufacturing Poor" en 1.817 y "Report to the Couty of Lanark" en
1.820, y va a ejercer gran influencia en todos ellos. Autodidacta
e importante industrial, va a introducir grandes reformas en las
instalaciones de sus hilaturas de Lanark (Escocia), haciendo una
fábrica modelo, tanto en la producción, como en el
trato y en las condiciones de trabajo y residencia de los
obreros. Es uno de los precursores de la legislación
laboral inglesa, del movimiento cooperativo y de las asociaciones
sindicales.

En 1.816 crea en New Lanark un centro por él
denominado Institución para la Formación del
Carácter, que va a ser un ensayo para su utopía
general destinada a la educación y formación de los
niños y los jóvenes de los trabajadores de su
fábrica, aunque también prevé la
educación de los adultos en horas nocturnas. Esta
Institución que pone en funcionamiento ya la considera un
modelo exportable a cualquier lugar y
tiempo.[97]

Aprovechando su intervención en una
comisión de investigación parlamentaria sobre la
nueva Ley de Pobres, en 1.817, escribe su utopía, que es
primer plan urbanístico completo, donde Owen redacta desde
las premisas filosófico-políticas que lo sustentan,
hasta el programa constructivo y el presupuesto
económico-financiero. Esta utopía es la
contestación al conflicto planteado: ¿Cuál
es el remedio para la indigencia que ha traído consigo la
desocupación? A lo que Owen responde que ante los
problemas que han surgido con el maquinismo sólo hay dos
salidas: o reducir el empleo de la energía mecánica
o permitir que millones de seres mueran de hambre; no siendo
ninguna satisfactoria hay que buscar una ocupación
ventajosa para los pobres en un sistema que permita continuar el
progreso mecánico de forma ilimitada. Lo que se consigue
partiendo de dos premisas sustentadas en su programa
económico: la adopción del trabajo humano como
medida de los intercambios y la creación de un mercado
interno dentro del propio aparato productivo, con el aumento de
la retribución de los trabajadores para convertirlos en
consumidores de los bienes producidos. Para ello son necesarios
varios cambios organizativos y una nueva distribución de
los hombres en el territorio. Así llegamos a la
descripción de las nuevas unidades de poblamiento: "Todo
programa destinado a mejorar la situación de los
trabajadores debe comprender medios para impedir que su hijos
adquieran malos hábitos y para imbuirlos de buenas
costumbres; debe prever para ellos una enseñanza y un
adiestramiento oportunos; ofrecer un trabajo adecuado a los
adultos; dirigir su trabajo de manera que produzcan los
máximos beneficios para ellos y para la sociedad: ponerlos
en condiciones que les alejen de las tentaciones inútiles,
y que unan estrechamente sus intereses y sus deberes.

Estos beneficios no pueden ser ofrecidos a los
individuos y a las familias por separado, ni a masas demasiado
numerosas. En cambio, es posible ponerlos en práctica
reuniendo en una sola organización un grupo compuesto por
500 a 1.500 personas, o un promedio de 1.200. (…) Cada aldea
comprende un cuadrado de edificios con capacidad para alojar a
1.200 personas, circundado por un terreno de 1.000 a 1.500 acres.
Dentro del cuadrado se encuentran ubicados los edificios
públicos, que lo dividen en sectores.

El edificio central contiene la cocina pública,
los depósitos y todos los servicios necesarios para
cocinar y recalentar en forma eficiente. A la derecha hay un
edificio con la escuela de los niños más
pequeños en la planta baja, una sala de lectura y un lugar
de oraciones en el primer piso. El edificio de la derecha
comprende, en la planta baja, la escuela para los niños
mayores y una sala de reuniones; arriba, la biblioteca y los
locales para los adultos. En el espacio desocupado dentro del
cuadrado se hallan distribuidos los lugares para ejercicios
físicos y recreación, los cuales se debe suponer
que están arbolados.

Tres de los lados del perímetro están
destinados a las viviendas, sobre todo para las personas casadas,
compuestas cada una de ellas de cuatro casas. El cuarto lado
está reservado a los dormitorios para los niños que
superan el número de dos por familia o que tengan
más de tres años. en el centro de este lado
están los alojamientos para los encargados del dormitorio,
en un extremo la enfermería y en el otro un alojamiento
para visitantes. En el centro de otros lados hay viviendas para
el superintendente general, el sacerdote, el maestro, etc., y en
el tercer lado los depósitos para las cosas necesarias
para la aldea. Fuera y detrás de las casas, en derredor,
jardines circundados por caminos. Un poco más
atrás, en un lado, los edificios para las instalaciones
mecánicas y productivas, las caballerizas, el matadero,
etc., separados por plantaciones; en el otro lado, el lavadero,
etc., y a una mayor distancia los edificios rurales, con las
instalaciones necesarias."[98]

Benevolo[99]extrae de todo este
planteamiento las siguientes consideraciones que nos parece
importante reseñar:

– Esta unidad como es económicamente activa,
podrán tomar la iniciativa de construir tales pueblos,
terratenientes, capitalistas, compañías
comerciales, autoridades locales o asociaciones
cooperativas.

– El surplus producido por el trabajo de la
comunidad, una vez satisfechas las necesidades elementales,
podrá cambiarse libremente, usando el trabajo empleado
como término monetario de comparación.

– Las obligaciones de la comunidad para con las
autoridades locales y centrales seguirán
regulándose por la ley común; las comunidades
pagarán con regularidad los impuestos con moneda
corriente, y los hombres cumplirán el servicio militar;
sólo podrán prescindir de los tribunales y de las
cárceles porque no las necesitarán.

Por otra parte parece importante señalar el
contenido específicamente urbanístico que se puede
descubrir en este texto, fiel representación de las ideas
de Owen:

– Esta nueva organización del territorio y de la
economía traerá como consecuencia la
aparición de un hombre nuevo, en un nuevo hábitat,
y de la conjunción de éstos saldrá una nueva
era.

– Fijación, cuantificación y
limitación de los estándares de ocupación
del territorio.

– La forma de ocupación viene dada por la
cuadrícula, la retícula y la formación del
paralelogramo perfecto.

– Centralidad de los edificios públicos, la vida
cotidiana no sólo gira alrededor de ellos, sino que
conforman la vista central del espacio privado.

– El paralelogramo forma un espacio cerrado al exterior,
defensivo, y abierto al interior, claustro.

– División del hábitat según sus
funciones y separación absoluta de éstas y, por lo
tanto, de los espacios funcionales que se crean.

– Las zonas verdes como aislantes de los efectos nocivos
de las actividades industriales o molestas.

– Aunque no aparece en el texto, éste
continúa con una evaluación
económico-financiera del plan propuesto y de los
rendimientos del mismo.

Aunque la influencia de Owen ha sido grande, al igual
que los intentos de formar comunidades basadas en su
utopía y los consiguientes fracasos – especialmente New
Harmony, fundada por él mismo en Estados Unidos-, al final
de su vida se convirtió en una especie de profeta de una
nueva era.[100] Pero contribuyó a acreditar
dos nociones muy importantes en el pensamiento utópico del
siglo:

"1º.- La idea – propiamente utópica y que se
encuentra en muchos teóricos franceses, especialmente en
Fourier- de que la sociedad puede ser reformada a partir de una
comunidad ejemplar.

2º.- La idea de que la reforma social es
independiente de la acción política y de la toma
del Poder."[101]

2.2.2.- Charles Fourier (1.772-1.837)

Es miembro de una familia de comerciantes de
paños de Besançon, empleado y viajante él
mismo[102]no tiene los medios económicos
que tenía su contemporáneo inglés Owen y va
a llevar una vida gris esperando hasta su muerte al gran mecenas
que le financie y le ayude a reformar el universo según
sus ideales.

Toda su obra se basa en una teoría
psicológica-política-filosófica centrada en
las pasiones humanas, que clasifica en doce fundamentales, que
son una explicación de toda la historia si se les une el
principio de atracción que, al igual que rige el mundo
físico, rige la ciencia de la sociedad. De esta
"matemática" de las pasiones, Fourier va a derivar la
evolución humana en siete periodos; encontrándose
su época en la transición del cuarto periodo (la
barbarie) al quinto (la civilización), a éstos
seguirá el periodo de seguridad para llegar, al fin, al
periodo de la armonía

Cuatro son las ideas fundamentales de este discurso
socioantropológico:

– Un radicalismo absoluto, con negación de la
civilización existente y rechazo, además, de todos
los intentos revolucionarios, ya que son estériles y la
armonía se alcanzará sólo siguiendo el
camino por él establecido.[103]

– Un antirracionalismo, típico del movimiento
romántico europeo, que centra la voluntad solamente en el
deseo, motor de la transformación histórica y de la
evolución humana, lo que va a llevar, por sí solo,
a un estadio perfecto de la evolución
humana.[104]

– La negación del poder: la transformación
radical de la sociedad viene de "abajo", nunca podrá ser
impuesta desde "arriba". Aunque esta negación del poder se
convierta en paradoja a la vista de su creación
utópica.[105]

– Un antimoralismo que niega la moral existente, y
cualquier otro modelo de moral, para afirmar sólo la
legitimidad del deseo y de las
pasiones.[106]

El discurso socioantropológico mencionada va a
ser expuesto, principalmente, en su temprana y primera obra
publicada, "Teoría de los cuatro movimientos", de 1.808;
que posteriormente amplía y va matizando, principalmente
con la introducción de sus interpretaciones
urbanísticas, en el "Tratado de la asociación
doméstica-agrícola", de 1.822; para culminar con
"El nuevo mundo industrial y societario", de 1.829, donde
presenta, con todo detalle, su falansterio. En la segunda obra
mencionada, Fourier describe el tipo de ciudad que surgirá
en el sexto periodo, el de seguridad – después de haber
pasado por el quinto, civilización, caracterizado por la
propiedad individual incontrolada que lleva a una ciudad
inhabitable – de la siguiente forma:

"Es preciso delimitar tres zonas: la primera contiene la
cité, o ciudad central, la segunda los suburbios
y los grandes edificios, la tercera las avenues y la
periferia. Cada una de las tres zonas adopta diferentes
dimensiones para las construcciones, ninguna de las cuales puede
ser realizada sin la aprobación de una comisión de
ediles, que vigila la ejecución de los estatutos de
garantías, cuya exposición sigue. Las tres zonas se
encuentran separadas por cercados, arbustos y plantaciones que no
deben obstaculizar la visión.

Cada casa de la cité tiene que estar
dotada de espacios libres, con patios o jardines, equivalentes
por lo menos a la superficie construida; estos espacios
serán dobles en la segunda zona, y triple en la
tercera.

Todas las casas estarán aisladas y
formarán fachadas regulares en todos los lados, con
ornamentos graduados según la zona de que se trate, y
quedarán excluidos los muros de apoyo desnudos. La
distancia mínima entre los edificios será de tres
toesas. (…) Los cercados sólo podrán ser muros
bajos, coronados de rejas o empalizadas que dejen libres a la
visión por lo menos dos tercios de su
desarrollo.

La separación se calculará siempre en
proyección horizontal, inclusive en los terrenos
pendientes, y será por lo menos igual a la mitad de la
altura de la fachada del frente, ya sea a los lados o a la parte
trasera. (…) Sobre las calles, las construcciones, hasta la
gotera del techo, no podrán superar en altura el ancho de
la calle…

Los caminos tendrán como fondo un paisaje
campestre o un monumento de arquitectura pública o
privada; el monótono damero estará excluido.
Algunos caminos serán curvos y serpeantes para evitar la
uniformidad."[107]

Esta descripción contiene, en sí, todo un
programa urbanístico completo[108]del que
podemos destacar la siguientes ideas:

– La ciudad futura reflejada en un Plan, que describe,
delimita y asigna todas las funciones de la misma y las
relaciones entre ellas.

– El juego de los espacios libres y zonas verdes, tanto
públicos como privados.

– Formación de un hábitat colectivo,
diseñado conforme a un sistema concéntrico, tan
apreciado por los pensadores utópicos, cuyo foco central
es la ciudad comercial y administrativa, – el poder ya no lo
representa el templo, como en Campanella, o la Casa de la
Sabiduría, como en Bacon – como una característica
del periodo de transición entre la civilización
(propiedad individual descontrolada) y la armonía
(desaparición de la propiedad privada).

– Exclusión de la cuadrícula ortogonal,
por monótona, y huida de los trazados rectilineos de los
viales, aunque recuperando la idea barroca de los puntos
focales.

– Las ordenanzas obligatorias, "estatutos de
garantía", de construcción y urbanización,
siendo controlado su cumplimiento por los representantes elegidos
por la comunidad.[109]

Esta ciudad ideal del sexto periodo, es un simple paso
para llegar al séptimo y último periodo, el de la
armonía, que se caracteriza, principalmente, por el
abandono de la ciudad y la reunión de los hombres en
falanges de 1.620 personas, viviendo en edificios
colectivos llamados falansterios.

Un análisis del falansterio
foureriano[110]nos llevaría a centrar sus
innovaciones utópicas en las siguientes
consideraciones:

– Terreno o espacio físico necesario: una legua
cuadrada (3.100 Ha aproximadamente) en un lugar con buenas
corrientes de agua, adaptado a varios cultivos, sembrado de
colinas, cercano a un bosque, y poco alejado de una ciudad. Esta
Arcadia, curiosamente, no puede existir sin una ciudad cercana,
aunque este estadio evolutivo haya pronosticado su
desaparición.

– El capital necesario para su fundación
será suscribible mediante acciones, a las que se les
dedica un retribución de cuatro doceavas partes de las
ganancias anuales. Las premisas económicas de las que
parte es que el experimento sea realizado por un soberano, que
entregaría gratuitamente el terreno necesario, o por un
filántropo adinerado o por una compañía
poderosa que desee realizar, sin más trámites, la
Gran Armonía.

– El número de habitantes, 1.620, viene dado de
la suma de 810 caracteres distintos – obtenidos por la
combinatoria de las doce pasiones humanas – que componen la
escala completa de los caracteres posibles; más 192
personas ente niños y ancianos; más 450 omitidos
del cálculo por enfermedad, viajes, misiones, noviciados o
insuficiencia de carácter; reforzados por 168 personas
complementarias de refuerzo de las clases activas. La
proporción entre hombre y mujeres sería de
veintiuno a veinte.

– A un hombre nuevo le corresponde un hábitat
nuevo[111]Aunque siendo la construcción y
uso de este falansterio lo que propicia la aparición del
hombre nuevo, no queda claro cuál es la causa y cual el
hecho causado.[112]

– El falansterio como comuna-tipo. Es un modelo a seguir
en cualquier circunstancia espacial, en el que se fijan todas las
reglas de la convivencia del grupo social. Además de un
modelo experimental, al que considera susceptible de
modificaciones en base a la experiencia.

– La base económica del grupo componente del
falansterio es la agricultura y la pequeña industria,
parece ser que artesanal, aunque nunca lo llega a matizar en su
obra.[113]

– Disociación de las funciones básicas
humanas, así como de las actividades productivas, lo que
lleva a una estricta zonificación espacial.

– La densidad – el falansterio tiene en total seis
alturas, planta baja, entresuelo, tres pisos y desván
habitable – como medio para alcanzar una economía del
espacio y de los costes de construcción y, principalmente,
para "acelerar las relaciones sociales". Fourier es consciente de
la importancia de obtener un nivel crítico de densidad, o
de una relación espacio/habitante amplia, para obtener un
nivel importante de socialización.

– El paralelogramo del falansterio está abierto
por uno de sus lados, al contrario que el de
Owen[114]en un intento de no encerrarse en si
mismo, que es lo que critica de Owen, y de tener
comunicación visual y directa con el espacio natural que
le rodea.

– El diseño arquitectónico del falansterio
recuerda, en la descripción y en los grabados de la
edición de 1.814, la arquitectura barroca del
XVIII[115]siendo también destacado este
hecho por H. Rosenau.[116]

– La fusión de la calle convencional con la
vivienda va a dar como resultado la creación de la
calle-galería que recorre todo el falansterio y es el eje
vertebrador del mismo.

Al igual que Owen, Fourier realizará varios
intentos de fundar falansterios, tanto en Francia como en Rusia,
Argelia, Nueva Caledonia, etc. pero es en América donde
van a triunfar las ideas de Fourier, fundándose cuarenta y
una comunidades entre 1.840 y 1.850, aunque todas
fracasaron.

2.2.3.- Etienne Cabet (1.788-1.856)

Perteneciente a una familia obrera, se licenció
en Derecho y ejerció importantes cargos políticos –
procurador general de Córcega y diputado de la Côte
d"Or -, no siendo, pues, ni un proletario, ni un agitador
revolucionario, sino un intelectual preocupado por el estado de
las clases humildes, antiguo carbonario, fiel admirador de la
Revolución Francesa, de la que publica una historia en
1.839. Al año siguiente ve la luz su novela "Viaje por
Icaria", que va a retomar la forma de las utopías
clásicas, con una gran inspiración en Platón
y Moro. Esta utopía, la primera considerada como
genuinamente "comunista"[117], no se puede
entender sin estos antecedentes y su formación religiosa.
La forma de llegar a este ideal va a ser la democracia,
imponiendo el sufragio universal, y la educación,
obligatoria y gratuita; no va a ser necesaria la violencia, sino
la persuasión y el efecto demostrativo de unas cuantas
fundaciones originarias, aunque luego su modelo tenga fuertes
connotaciones autoritarias en su
funcionamiento.[118]

Las ideas urbanísticas de Cabet se reflejan tanto
más en sus experiencias territoriales, fundación de
comunidades, que en su obra escrita. En el "Viaje por Icaria"
describe un modelo de gran ciudad, formada por sesenta barrios
distintos, que van a representar cada uno de ellos la belleza de
las más célebres ciudades; cada barrio, así,
encarna a cada una de las sesenta naciones y las casas, todas
iguales en el interior del barrio, simbolizarán, con su
decoración, ornamentación y diseño, a la
nación que imitan.

El plano de la ciudad es rígidamente
geométrico, el triunfo de la cuadrícula, con calles
rectilíneas e iguales, como consecuencia de su
preocupación por el tráfico y la separación
de éste del de los peatones. La ciudad, además,
estará atravesada por un río recto y tendrá
dos anillos de boulevards. Esta ciudad va unida a una
modelo económico de tipo colectivista en el que se ha
producido la desaparición de la propiedad privada,
sustituida por la propiedad estatal, lo que, lógicamente,
tiene su reflejo en el diseño
urbano.[119]

Siguiendo a Françoise Choay[120]la
concepción urbanística de Cabet está basada
en el "método del modelo" que, con fundamento en una
filosofía idealista, entiende que hay que establecer
modelos a seguir, en un futuro más perfecto, para todo el
ámbito de la vida humana y social: en los muebles, las
casas, los talleres y fábricas, monumentos, ciudades, etc.
El modelo de ciudad habrá de compenetrar los distintos
paradigmas establecidos:

– Higiene física.

– Higiene moral.

– Standarización de las calles.

– Standarización de las viviendas, dentro de los
varios modelos proporcionados.

– Standarización de los anuncios y carteles
informativos.

– Supresión del pequeño comercio, por
innecesario.

– Fluidez de la circulación: calles con ocho
carriles.

– Protección del tráfico peatonal e
incentivización del mismo mediante la construcción
de aceras cubiertas de cristal.

La idea del modelo con respecto a la vivienda contiene
las siguientes propuestas:

– Casa individual, una para cada familia
celular.

– El tejado-terraza, como forma de aprovechar el espacio
y proporcionar más calidad de vida, en el menor espacio,
aprovechando las superficies no utilizadas hasta el
momento.

– Equipo higiénico completo en la casa, desde el
cuarto de baño a la cocina, se deberán aprovechar
todos los adelantos técnicos para construir las debidas
instalaciones higiénicas.

El mobiliario modelo ha de reunir dos
condiciones:

– Ordenación jerárquica: todos los
diseños de mobiliario, tanto urbano como doméstico,
han de ser aprobados previamente por el Gobierno.

– Debe haber suficientes modelos distintos para que se
produzca la variedad y evitar la uniformidad de las estancias y
espacios.

Estas características urbanísticas,
contenidas en la idea de "modelo urbanístico" de Cabet, va
a ser intentada llevar a la práctica, como es
característico de las utopías decimonónicas
francesas e inglesas, y en esa lucha con la realidad que se
impone van adaptándose sucesivamente, hasta, en
algún caso dejar el componente utópico a un
lado.

En 1.847 Cabet pasa de la teoría utópica a
la acción y lanza un manifiesto, "Vámonos a
Icaria", con la pretensión de construir comunidades
icarianas en Texas. Después de variadas vicisitudes fundan
la primera en Nueva Orleans, que fracasa, hasta que,
después de varios intentos frustrados, construyen en 1.860
la ciudad ideal de Corning (Iowa), esta vez con éxito,
aunque sólo con treinta y dos
participantes.[121]

Conclusión

Dos son las tesis de las que se ha partido en este
trabajo. La primera, que las utopías clásicas
tienen un soporte físico, el modelo urbano que contienen,
más o menos explícito, que las sustentan y,
además, es la base necesaria para el "funcionamiento" de
esta utopía. Resumiendo esta idea en dos
consideraciones:

– El programa reformista que pretende una determinada
utopía no se lograría sin un modelo urbano
determinado.

– El modelo urbano propuesto es una utopía, en
sí mismo, en el sentido relativo de utopía, en el
contexto de lo urbano conocido en ese momento
histórico.

Desde esta óptica se han estudiado cuatro
utopías clásicas – Platón, Moro, Bacon,
Campanella- que han refrendado las premisas expuestas. Creemos
que sería interesante, también, analizar los
modelos urbanos subyacentes en las obras del pensamiento
satírico-crítico – reflejo de una crítica
social y, por lo mismo, también urbana- como pueden ser
las obras de Rabelais, Cyrano de Bergerac, Swift, etc.; pero no
ha podido ser abordado este enfoque en el presente
trabajo.

La segunda tesis es que no todo el pensamiento urbano
que presente modelos o ideales a realizar, puede ser
caracterizado de utópico, sino que dentro de este
adjetivo, muy empleado en la historia del urbanismo, conviven
distintas formas de pensamiento y que no todas tiene las
características de la utopía "strictu senso". Para
ello hemos partido de la conceptualización de lo que se
entiende por pensamiento utópico, según K.
Mannheim, y su diferenciación con respecto a la
ideología, intentando llegar al concepto de utopía
urbana y su caracterización. El mismo arsenal
teórico nos ha sido válido para diferenciar el
pensamiento utópico urbano de las ideologías
urbanas y de otras formas afines, o representación de las
mismas, como pueden ser las "ciudades ideales".

La metodología usada nos ha permitido encuadrar a
las utopías urbanas clásicas dentro de una de las
etapas de la mentalidad utópica, la humanitaria-liberal, a
la que se adscriben Owen, Fourier y Cabet, y, por el mismo
motivo, no reunir las condiciones fijadas para ser
utopías, no hemos tenido en consideración a otros
socialistas utópicos del siglo XIX, como Godin, Richardson
o Buckingham. Los mismos autores han sido estudiados desde la
óptica de A. Monclús y F. Choay, pero nos ha
parecido más clarificador para el intento apuntado la
teoría del conocimiento de Mannheim, aunque se ha
utilizado, en lo posible y no contradictorio con ésta,
algunas de las ideas de los mismos.

El trabajo realizado creemos que ha refrendado las tesis
de partida y, además, pueden ser fructíferos el
enfoque y la metodología empleada para seguir con el
estudio de lo que podríamos llamar, por un lado,
utopías antiurbanas, es decir, aquellas que pretenden un
mundo mejor con la destrucción de lo urbano y su
suplantación por otras formas de ocupación del
territorio – marxismo, anarquismo, ecologismo, contracultura,
etc.-, y por otro, antiutopías urbanas, aquellas que dan
una visión ideal, de ciudades inexistentes, pero negativas
de los valores urbanos – Huxley, Orwell, Wells, etc.- y
advertencia de la línea que no se deber seguir.

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Autor:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo
S.

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2014.

[1] Mannheim, Karl; “Ideología y
utopía. Introducción a la sociología del
conocimiento”; Aguilar; Madrid; 1.966; 2ª edic.; 447
p.

[2] ”Dicha sociología intenta
comprender el pensamiento en la posición concreta de una
situación histórico-social, de la cual el
pensamiento individualmente diferenciado sobresale de una
manera muy gradual. (…) El segundo rasgo que caracteriza el
método de la sociología del conocimiento consiste
en que no separa los modos de pensamiento existentes, en
concreto, del contexto de la acción colectiva, a
través de la cual descubrimos, por primera vez, el mundo
en un sentido intelectual.” Mannheim, K., op.cit.,
p.47

[3] “Sólo cuando el cambio
horizontal es acompañado por un intenso cambio vertical,
es decir, por un movimiento rápido entre estratos, en el
sentido de ascenso y descenso social, es sacudida la creencia
en la validez general y eterna de las propias formas de
pensamiento. El cambio vertical es el factor decisivo que lleva
a las personas a la incertidumbre y al escepticismo acerca de
su tradicional concepción del mundo.” Idem, p.
52.

[4] Idem, p. 89.

[5] “La concepción particular de
la ideología opera, en primer lugar con una
psicología de intereses, mientras que la
concepción total utiliza un análisis funcional
más formal; sin ninguna referencia a motivaciones,
limitándose a una descripción objetiva de las
diferencias estructurales del espíritu que operan en
diferentes marcos sociales. La primera presupone que este o
aquel interés es la causa de una mentira o de un error
determinado. La segunda presupone simplemente que existe una
correspondencia entre una situación social dada y una
determinada perspectiva, punto de vista o percepción de
conjunto.” Idem.; p. 109.

[6] Quialismo, al contrario de utopía,
es la satisfacción de las aspiraciones en otro tiempo,
en vez de en otro lugar. Son movimientos quialistas
clásicos los milenaristas.

[7] Cuyo representante será Thomas
Münzer, con el resultado de las revoluciones campesinas
alemanas del principios del siglo XVI. “Esta forma
fundamental, y las más radical, de la utopía
moderna fue fabricada con material singular. Procedió de
la fermentación espiritual y de la excitación
física de los campesinos, de una capa social que
vivía pegada a la tierra. Fue, a la vez, robustamente
material y altamente espiritual. (…) Las ideas no condujeron
a aquellos hombres a la actuación revolucionaria. Su
estallido real estuvo determinado por energías
procedentes del éxtasis orgiástico.”
Mannheim, op.cit., p. 285.

[8] “La mentalidad conservadora, en
sí, no posee ninguna utopía.” Idem., p.
303. “…al principio del siglo XIX, el modo de pensar
liberal-intelectualista obligó a los conservadores a la
interpretación de sí mismos por procedimientos
intelectualistas.(…) Con este punto de partida proporcionaron
una interpretación intelectual de una actitud ante el
mundo, que estaba ya implícita en la conducta real, pero
no había llegado a ser explícita
todavía.(…) Fue la gran revolución de Hegel
edificar, contra la idea liberal, otra opuesta conservadora, no
en el sentido de purificar artificialmente cierta actitud y
cierto modo de conducta, sino, más bien, en el de elevar
una forma de experiencia ya existente hasta un nivel
intelectual y en el de subrayar las características
distintivas que la contraponían a la actitud liberal
ante el mundo. (…) En este caso, la utopía está
incrustada, desde el mismo principio, a la realidad existente.
A esto, evidentemente, corresponde el hecho de que realidad, el
aquí y el ahora, ya no se experimente como una realidad
maligna, sino como la encarnación de los más
altos valores y conceptos.” Idem., p.305.

[9] Ver nota 4 a pie de página.

[10] “En este sentido, la
correlación entre la utopía y el orden social
existente resulta ser de carácter dialéctico. Con
ello se quiere decir que cada época permite la
aparición (en grupos sociales diversamente localizados)
de aquellas ideas y valores en los que están contenidos,
en forma condensada, las tendencias no realizadas y no
consumadas, que representan las necesidades de esa
época. Esos elementos intelectuales se convierten luego
en el material explosivo para hacer estallar el orden
existente. El orden existente hace nacer utopías que,
después, rompen las ataduras de ese orden ,
dejándole libre para desarrollarse en la
dirección del próximo orden de la
existencia.” Mannheim, K., p. 268.

[11] Idem., p. 274.

[12] “Saint-Simon, Fourier y Owen
estaban todavía soñando sus utopías en el
estilo intelectualista más antiguo, aunque ya
habían experimentado la impronta de las ideas
socialistas. Su situación marginal en la sociedad se
expresaba en descubrimientos que ampliaban las perspectivas
económicas y sociales; pero en su método
conservaban la concepción indeterminista que fue
característica de la Ilustración. ‘El
socialismo es para todos ellos la expresión de la
verdad, razón y justicia absolutas, y sólo
necesita ser descubierto para conquistar el mundo por medio de
su propio poder’ (Engels). En este caso también
una idea tiene que ser vencida y, de acuerdo con el sentido de
la determinación histórica, desplazada por otra
forma de utopía que compita con ella. La mentalidad
socialista representa, en un sentido mucho más
fundamental que la idea liberal, una redefinición de la
utopía en términos de realidad.” Idem., p.
319.

[13] “La utopía de la mentalidad
liberal-humanitaria es la “idea”, (…) como un
objetivo formal proyectado hacia el futuro infinito y cuya
función consiste en actuar como un simple dispositivo,
regulador de los asuntos mundanos.” Idem., p. 292.

[14] “Por lo que se refiere a su
función social, la filosofía moderna surge para
derribar la concepción del mundo clerical y
teológica. Al principio fue adoptada por los partidos
que, en la época, se encontraban en una fase de ascenso:
la monarquía absoluta y la burguesía. hasta
más tarde no se convirtió en el arma exclusiva de
la burguesía, cuando esta llegó a ser la
representante, a la vez, de la cultura y de la
política.” Idem., p. 293.

[15] “Ahora, con la idea
liberal-humanitaria, el elemento utópico recibe una
localización definitiva en el proceso histórico:
el futuro culminante de la evolución
histórica.(…) De aquí en adelante, incluso la
concepción utópica concibe al mundo
moviéndose en dirección a la realización
de sus pretensiones, a una utopía.” Idem., p.
297.

[16] “En el socialismo, el elemento
utópico, a causa de la multilateralidad de la
situación y a la tardía época de su
aparición, presenta una cara de Jano. Representa no un
nuevo compromiso, sino también una creación
nueva, basada sobre la síntesis interna de las diversas
formas de utopía que habían aparecido con
anterioridad y que han luchado unas contra otras en la
sociedad.” Idem., p. 314.

[17] “Solamente la solución del
problema social, es decir, la abolición del modo de
producción capitalista, hará posible, al mismo
tiempo, la solución del problema de la vivienda.
Pretender resolver el problema de la vivienda y al mismo tiempo
querer conservar las grandes aglomeraciones urbanas actuales es
un contrasentido. Solamente con la abolición del modo de
producción capitalista se eliminarán las grandes
aglomeraciones urbanas actuales y, cuando este proceso
esté en marcha, se hará algo muy distinto que dar
a cada obrero una casita en propiedad.” Engels, F.,
“El problema de la vivienda”, citado en Benevolo,
L., “Historia de la arquitectura moderna”; Gustavo
Gili; Barcelona; 1999; 8ª edic.; p. 169.

[18] La utopía socialista marxista
“se observa que es atacada desde tres direcciones. por un
lado, el socialismo tiene que radicalizar más la
utopía liberal, la idea, y por otro, tiene que hacer
impotente, o en un caso determinado superar por completo, a la
oposición interna del anarquismo en su forma más
extremada. Su antagonista conservador es considerado
sólo en un segundo lugar precisamente porque en la vida
política se procede, por lo general, más
agresivamente con el contradictor que está más
cercano que con el distante.” Mannheim, K., op. cit., p.
313.

[19] “A este respecto llega a ser
visible un determinante estructural peculiar que, por lo menos,
vale la pena indicar. Cuanto más amplia es la clase que
consigue cierto dominio de las condiciones concretas de la
existencia y cuanto mayores sean las posibilidades de alcanzar
la victoria por medio de una evolución pacífica,
más probable es que esta clase siga el camino del
conservadurismo.” Idem., p. 323. “Advertimos
así que, condicionada por el proceso social, se
desarrolla una desfiguración de la utopía en
muchos casos y en diversas formas. Este proceso posee ya una
calidad dinámica propia, se acelera aún
más en su ímpetu y su intensidad por el hecho de
que las diferentes formas de mentalidad utópica
coexistentes se están destruyendo unas a otras en
conflicto recíproco. Semejante conflicto
recíproco de las diversas formas de la utopía no
conduce necesariamente al aniquilamiento del utopismo en
sí, pues únicamente en la misma lucha y por ella
aumenta la intensidad utópica. La forma moderna del
conflicto recíproco, sin embargo, tiene de peculiar que
la destrucción del adversario de cada uno no tiene lugar
a un nivel utópico, un hecho que es perceptible con la
mayor claridad en la forma en que los socialistas procuran
desenmascarar las ideologías de sus antagonistas.”
Idem., p. 325.

[20] Idem., p. 329.

[21] Idem., p. 329.

[22] “El discurso utópico,(…),
parece seguir unos pasos que se podrían caracterizar
según el viejo esquema: “proceso hacia el
clímax”- “clímax”-
“anticlímax. A partir de la publicación de
la Utopía de Moro (sin olvidar las manifestaciones
anteriores del utopismo) el discurso utópico, algunas
veces bajo la forma de novela, algunas otras bajo la forma de
un ensayo o de un tratado, o bien bajo la forma poética,
va a significar la manifestación de un estado de
espíritu individual y/o colectivo que va a constituir
progresivamente todo un género establecido de discurso
con sus propios elementos y características. El discurso
utópico se va a enriquecer así, a partir de sus
moderno orígenes – Moro, Campanella, Bacon- hasta ocupar
un lugar indispensable en el discurso que caracteriza
más típicamente al siglo XIX; el político
y el estético.” Monclús Estella, A.,
“El pensamiento utópico
contemporáneo”; Círculo de Lectores;
Barcelona; 1.989, 1ª edic., p.24.

[23] Así es interesante volver a la
distinción, nota 6, entre quialismo y utopismo, lo
utópico en “otro” tiempo y lo utópico
en ”otro” espacio.

[24] “Antes de 1.789, y a partir de
1.516, fecha de la publicación de la obra de Moro que
abre el género utópico en la historia moderna, el
utopismo se desarrolla fundamentalmente a través de dos
tipos de discurso. Por una parte se escriben constructos
cerrados, ideales, modélicos, casi identificables
simplemente como novelas. Por otro lado se proponen discursos
también modélicos, pero con una pretensión
de efectividad, de factibilidad, y donde la presentación
formal del discurso en un contexto cerrado no es
necesaria.” Monclús, A., op. cit., p. 27.

[25] “Pero esta radicalización ,
esta ambición, esta generalización del discurso
utópico en el siglo XIX lo conducen a afrontar o incluso
a mezclarse progresivamente en los proyectos fácticos
inmediatos, en eso que se define abusivamente como la realidad.
Todo esto va a significar para el utopismo un
“shock” comprensible, porque la utopía
tendrá entonces necesidad de hacer referencia al juicio
del presente e incluso del pasado inmediato para continuar su
camino.” Idem., p. 24.

[26] “Así tendremos proyectos
utópicos presentados como constructos concretos a
desarrollar, tales como los de Owen, Fourier, o los
saintsimonianos, tendremos también teorías
generales como las de Saint-Simon, y tendremos, en fin, tonos
románticos maximalistas y revolucionarios a un nivel
global en el mismo Fourier, por ejemplo.” Idem., p.
53.

[27] “Desde el punto de vista de
nuestro estudio, una ciudad ideal representa una visión
religiosa o una concepción secular en la que a la
conciencia social de las necesidades de la población se
suma una concepción armoniosa de la unidad
artística. Ni que decir tiene que un plan urbano ideal,
cuando se lleva a la práctica genera sus propios
problemas a través de las cambiantes circunstancias,
pero su valor permanece intacto en cuanto que es la
proyección de una imagen perfecta, la expresión
gráfica de una fe optimista; de hecho, quizá sea
éste el más sorprendente de los rasgos que
comparten las imágenes ideales: están basados en
una fe en el perfeccionamiento, bien en esta tierra o en el
más allá. Dichas imágenes revelan una
actitud que subraya no sólo la felicidad personal, sino
la importancia fundamental de los factores comunales o
comunitarios, tanto por el valor que tienen en sí mismos
como por su significación en el individuo. Las
imágenes ideales han aparecido en períodos de
cambio social, como los comienzos del Renacimiento o la
época de la Ilustración, en los que la
descomposición de un orden económico anterior
facilitaba la experimentación cultural.” Rosenau,
Helen; “La ciudad ideal. Su evolución
arquitectónica en Europa”; Alianza Editorial;
Madrid; 1.999; 1ª edic.; p. 16.

[28] Quizás el rasgo más
característico de la ciudad ideal, en la
concepción de H. Rosenau, sea la pretensión
artística de la propuesta realizada: “Resumiendo:
el tema eterno del arte es una visión intensa de la
calidad de vida y, por lo tanto, el problema de las ciudades
ideales está en el núcleo mismo de la
creación artística. Es la regularidad del
diseño combinada con la preocupación por mejorar
la sociedad lo que caracteriza y realza la planificación
ideal.” H. Rosenau, op. cit., p. 18.

[29] Pensemos, por ejemplo, la
concepción secular, cuasi religiosa, que subyace en el
ideal saintsimoniano o en el falansterio de Fourier; en todos
los utopistas urbanos encontramos pretendidas soluciones para
satisfacer los deseos de los ciudadanos, también, en
casi todos, encontramos un deseo de formular
artísticamente su propuesta, con unos diseños
urbanos o tipológicos adaptados a los gustos
artísticos de su época.

[30] La misma autora intenta distinguir entre
ciudad ideal y utopía, acudiendo a Mannheim, aunque no
ha comprendido todas las condiciones impuestas por éste
para considerar que se está ante una utopía, y la
diferencia entre ambos conceptos, el cambio violento, no es,
como ya hemos visto, correcta: “¿Hay alguna
diferencia entre una ciudad ideal y una utopía; Ambos
términos, cuando se utilizan en sentido amplio, son
equivalentes; pero si precisamos un poco más su
significación, la utopía, tal como la interpreta
Karl Mannheim, presupone un cambio violento, mientras que el
planificador de ciudades ideales es un reformista dentro de una
sociedad y una localidad determinadas.” op. cit., p.
172.

[31] Este recorrido histórico puede
ser resumido, en tres grandes etapas: “Hemos repasado la
evolución de las imágenes de las ciudades ideales
en tres fases: la religiosa, la geométricamente formal y
la social.” Idem., p. 184.

[32] “En resumen, durante la
época griega el diseño ideal se mantuvo aislado
de su fondo cosmológico; de la misma manera, las
connotaciones mágicas, aunque todavía presentes,
pasaron a un segundo plano durante el período romano; el
judaísmo contribuyó a la proyección hacia
el más allá y, por tanto, subrayó los
aspectos simbólicos de la esperanza mesiánica,
realizada en la Jerusalén celestial. La herencia griega,
romana y judía influyó en la Edad Media en la
representación de las ciudades ideales, bien desde un
punto de vista formal o bien en sentido
simbólico.” Idem., p. 34. “Volviendo la
vista hacia el terreno recorrido, se observan dos tendencias
principales que, aun siendo en apariencia contradictorias, se
complementan y realzan. Una es la lenta transformación
del legado de la antigüedad favoreciendo la
abstracción y la supresión del detalle, para
subrayar lo esencial. La otra es el desarrollo del
interés por lo humano en la descripción de la
ciudad medieval, una nueva insistencia en el realismo y en las
diversas actividades de los habitantes. Es esta última
tendencia la que adquirirá mayor significación
histórica y nos introduce en el período conocido
generalmente con el nombre de Renacimiento.” Idem., p.
50.

[33] “La primera ciudad ideal
totalmente planificada del Renacimiento fue descrita e
ilustrada por Filarete en los años 1.457- 1.464. En su
“Tratado de arquitectura”, (…), se presenta la
ciudad imaginaria de Sforzinda y sus alrededores y se estudia
el problema de la obtención de los materiales de
construcción.(…) Al mismo tiempo, la concepción
de la ciudad ideal como una tarea humana constituía una
novedad, que proclamaba el orgullo cívico y la dignidad
humana, más que una preocupación religiosa.
Aunque se incluyen algunas iglesias, éstas pasan a
segundo plano al lado del palacio, de las escuelas, sobrias e
independientes, para niños y niñas, de las
cárceles y de la casa del vicio y de la virtud,
destinada a fomentar la perfección moral de los
ciudadanos.” Idem., p. 57.

[34] Idem., p. 62.

[35] “Durante el barroco, el deseo de
expansión arquitectónica e ilusionista estuvo
paradójicamente unido a la insistencia en la
planificación parcial, más que en la
elaboración de un todo. “Pars pro toto”
podría ser su lema; la diversidad de las partes
consideradas como unidades de posible expansión.”
Idem., p. 89.

[36] Idem., Capítulo 8.

[37] Idem., p. 176.

[38] Humanes Bustamante, Alberto; “La
arquitectura prometida de una capital sin fortuna”; en:
idem et ali..; “Madrid no construido: imágenes
arquitectónicas de la ciudad prometida”; C.O.A.M.;
Madrid; 1.986; 2ª edic.;

[39] “Esta determinación de ser
científico implicaba para Platón, cuando
escribió la República, que su teoría
tenía que dibujar un estado ideal y no limitarse a
describir un estado existente. Aunque ello pueda parecer
paradójico, es literalmente cierto que la
República describe una utopía, no porque sea una
“novela”, sino porque Platón intentó
desde el primer momento hacer un estudio científico de
la “idea del bien”.” Sabine, George;
“Historia de la Teoría Política”;
Fondo de Cultura Económica”; Madrid; 1.974;
1ª edic.; p. 45.

[40] “Las Leyes, obra de vejez, tiene,
aunque sólo en apariencia, intenciones más
realistas. Platón no intenta – al menos así lo
afirma- describir el Estado ideal, sino describir tan
sólo el mejor que se pueda construir en la
práctica.(…) Plantón obtiene en
conclusión que el gobierno más estable
sería una aristocracia agraria de base bastante amplia.
Concibe en consecuencia la idea de una ciudad de 5.040
habitantes (1 x 2 x 3 x 4 x 5 x 6 7 = 5.040)racialmente
seleccionados en la que todos serían propietarios y
ejercerían los mismos derechos políticos (Lo que
bastaría para distinguir Las Leyes de La
República).” Touchard, Jean; “Historia de
las ideas políticas”; Vol. I; Círculo;
Barcelona; 1.990; 1ª edic.; p. 65.

[41] “La Atlántida es una
fabulación poética, una burlería
ingeniosa, cuyo origen no está ni en la tradición
griega ni en la egipcia, sino en la poderosa fantasía de
Platón. Atlántida es el mar, el comercio, la
corrupción. Atenas es la tierra, la agricultura, la
fuerza. Atenea vence a Poseidón.”
Estébanez, Emilio G. “La leyenda de la
Atlántida”, en la Introducción a: Bacon,
Francis; “Nueva Atlántida”; Mondadori;
Madrid; 1.988; 1ª edic; p. 101.

[42] “A cada uno de estos
regímenes corresponde, pues, un tipo de hombre; de forma
que construir la Ciudad ideal y realizar tipos de hombres
acabados es un mismo y único asunto; para obtener un
hombre justo es preciso construir una Ciudad justa.”
Touchard, Jean; op. cit. p. 62.

[43] “- Pues bien- comencé yo-
la ciudad nace, en mi opinión, por darse la
circunstancia de que ninguno de nosotros se basta a sí
mismo, sino que necesita de muchas cosas. ¿O crees otra
la razón por la cual se fundan las ciudades? – Ninguna
otra- contestó. – Así, pues, cada uno va tomando
consigo a tal hombre para satisfacer esta necesidad y a tal
otro para aquella; de este modo, al necesitar todos de muchas
cosas, vamos reuniendo en una sola vivienda a multitud de
personas en calidad de asociados y auxiliares y a esta
cohabitación le damos el nombre de ciudad.”
Platón; “La República”; Alianza
Editorial; Madrid; 1.990; 1ª edic; p. 124.

[44] Idem., p. 229.

[45] Para las siguientes descripciones
seguimos a Emilio G. Estébanez; op. cit. páginas
87 a 111.

[46] “ Así, aun en la polis
más pequeña hay – decía Platón- dos
ciudades, la ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres, que
están en eterna guerra entre sí. Tan seria es
esta situación que Platón no puede concebir otro
remedio al faccionalismo característico de la
política griega que un cambio profundo en la
institución de la propiedad privada. Como remedio radial
se inclinaría a abolirla por entero, pero cree que al
menos es necesario eliminar los grandes extremos de miseria y
riqueza.” Sabine, George; op. cit.; p. 45.

[47] Dice Lewis Mumford refiriéndose a
Utopía: “Así la forma primaria de
organización no es la corporación sino la familia
y el vecindario; o, mejor dicho, lo que el planificador
francés Gastón Bardett llamó el
“escalón patriarcal”. En las instituciones
comunales restablece Moro la participación y la
generosidad que eran habituales en las comunidades simples,
antes de la introducción de una economía
monetaria.- Acaso la mayor innovación de Moro
consistió en proporcionar apoyo institucional al amor
del vecino de la ciudad medieval por la vida rural y el
deporte.” Mumford, Lewis; “La ciudad en la
historia. Sus orígenes, transformaciones y
perspectivas”; Ediciones Infinito; Buenos Aires; 1.979;
2ª edic.; Vol. I; p. 456.

[48] “Si es posible que una idea moral
digna inspire alguna vez lástima, es sin duda
ésta de Moro, que aparece en el umbral de las guerras
religiosas y la expansión del comercio moderno. (…) Es
el canto de cisne de un viejo ideal más bien que la voz
auténtica de la época que estaba naciendo.”
Sabine, George, op. cit.; p. 323.

[49] “La filosofía en torno a lo
“natural”, derecho natural, ley natural, moral
natural, religión natural, vida natural, etc., que se
repite frecuentemente en las páginas de la Utopía
no es otra cosa que el fundamento teórico de una
interpretación de la realidad hecha en aquel momento por
un grupo social determinado; su ideología resulta
evidente.” Monclús, Antonio; op. cit.; p. 31.

[50] “En general, la utopía
racional, encabezada por la de Tomás Moro, junta la
forma del diálogo, que pone de moda el prestigio de
Platón entre los humanistas del Renacimiento, con
elementos sacados del “viaje extraordinario” de que
daban muestra las cartas de relación de los navegantes y
conquistadores de fines del siglo XV y principios del XVI:
Colón, Vespucio, Cortés, etc. La nítida
separación de ambas formas en Moro subraya no
sólo las dificultades estructurales que ofrece el tema,
sino también el abandono tácito de toda tentativa
de resolverlas.” López-Morillas, Juan;
“Sueños de la razón y la sinrazón:
utopía y antiutopía”; artículo en la
revista “Sistema”; nº 5; Madrid; 1.974; p.
10.

[51] “Tomás Moro da un preciso
cuadro de tal régimen, elaborado hasta en los menores
detalles. Expondremos algunos de sus principales rasgos. Todos
los utopistas trabajan para todos. Nadie posee nada en
propiedad. La comunidad asegura a cada cual la abundancia (la
mano de obra es numerosa y la producción agrícola
y artesanal están bien organizadas) y el ocio, que cada
uno puede emplear en cultivar libremente su espíritu. La
disciplina es indispensable para esta sociedad igualitaria:
horario de trabajo fijado, comida en común; cada
ciudadano se pliega a ella sin esfuerzo, ya que la colectividad
le da el máximo de bienestar. Las leyes, al faltar los
conflictos que derivan de la propiedad privada, son simples y
poco numerosas. El papel del Estado se reduce casi
exclusivamente a la administración de las cosas, a la
dirección de la economía; tiene, por ejemplo, el
monopolio del comercio exterior. Todos los magistrados, al
igual que los sacerdotes, son elegidos; los más
importantes se escogen entre los letrados. Estos gozan, por
consiguiente, de una situación privilegiada, pero no
forman un clase cerrada; como aristocracia intelectual y moral
siempre abierta, renovable y controlada, proporciona a la
democracia igualitaria, que ignora la nobleza y la riqueza, el
verdadero gobierno de los mejores.” Touchard, Jean; op.
cit.; p. 339.

[52] Moro, Tomás;
“Utopía. Precedida de una carta a Pedro
Giles”; Obras Maestras; Barcelona; 1.970; 1ª edic.;
p. 80.

[53] Moro, Tomás, op. cit.; p. 81.

[54] Idem.; p. 81.

[55] Idem., p. 85 y ss.

[56] “No obstante, es significativo que
el grabado en madera que acompaña a la primera
edición de 1.516 se mantenga dentro de la
tradición medieval en lo que a arquitectura se refiere:
los edificios son góticos y sólo el perfil
irregular de la isla, que debería ser una media luna,
presenta una vaga relación con el texto. Esto demuestra
lo mucho que se había adelantado Moro no sólo con
relación a su época sino también a su
ilustrador y editor.” Rosenau, Helen; op. cit.; p.
67.

[57] “Vemos aquí una
integración entre el campo y la ciudad que diferencia a
Moro de sus predecesores, con excepción de Filarete, y
se manifiesta claramente en su interés por la
agricultura: “Es algo tan conocido entre ellos que no hay
nadie, ni hombre ni mujer, que sea ignorante en ese
terreno.” Idem.; p. 67.

[58] Moro, Tomás; op. cit. p. 89.

[59] Idem.; p. 93.

[60] Idem.; p. 95.

[61] Idem.; p. 101.

[62] Idem.; p. 102.

[63] “Tal era la nota nueva: la nota de
la uniformidad, la reglamentación y el control
colectivo: gris cuáquero o gris carcelario. ¿Es
esto Utopía, el “buen lugar?” Mumford,
Lewis; op. cit. 457.

[64] Idem.; en el capítulo XI, 2,
“Venecia versus Utopía”; p. 458.

[65] “De sus “Essays”
resulta evidente que el ideal político de Bacon era un
pueblo fuerte y belicoso, no sobrecargado de impuestos, sin
gran concentración de riqueza y con una nobleza no
demasiado poderosa – ideales todos ellos de la política
de los Tudor-, encabezado por un monarca que dispusiera de
grandes recursos en tierras de la corona y tuviera una fuerte
prerrogativa y una vigorosa política de expansión
nacional.” Sabine, George; op. cit. p. 333.

[66] “Hay, pues, que recuperar las
artes mecánicas, cuya dignidad está fuera de toda
discusión. (…) El elogio y merecimiento del trabajo
manual, así como la síntesis de teoría y
praxis, había sido preconizada antes de Bacon.
Campanella lo hizo, como todo, clamorosamente.” Emilio G.
Estébanez; en Moro, Tomás; op. cit. p. 48.

[67] “La pobreza y la calamidades
humanas brotaron al perder el hombre el control de la
naturaleza. Hay que reconquistar éste para superar
aquellas. El título de su libro fundamental proclama
esta anhelo supremo: “Instauración magna del
imperio humano sobre el universo”. Idem.; p. 73.

[68] “New Atlantis de Francis Bacon es
en gran medida lo que podría denominarse una
utopía “pretecnocrática” porque entre
sus líneas se encuentra un relato de los métodos
y de las bases sobre las que se establecen muchas de las
potencias actuales. La Casa de Salomón, centro
neurálgico de New Atlantis, con su sorprendente
burocratismo, su control social, su “top secret”,
su cuerpo de iniciados que mueven a escondidas los hilos del
aparato político del Estado, podría ser
reemplazada hoy por ciertas organizaciones y determinados
estados existentes en el panorama de nuestro mundo.”,
Monclús, Antonio; op. cit.; p. 39.

[69] Emilio G. Estébanez; en Moro,
Tomás; op. cit. p. 181-190.

[70] “La consideración de esta
sociedad utópica como una “sociedad ideal, humana
y científica”, implica teóricamente la
transformación de las condiciones materiales de la vida
a través de la ciencia. La Casa de Salomón se
inscribe como la realización más completa y clara
del ideal de búsqueda científicamente organizado
que, según Farrington, tenía Bacon”.
Monclús, Antonio; op. cit. p.40.

[71] “En todo caso, hay una perfecta
compenetración entre estas dos dimensiones del discurso
de Bacon, porque la pretendida función liberalizadora de
las ciencias, así como la preferencia por lo
autoritario, se encuentra al servicio de un esquema establecido
de poder. Por ejemplo, el control de la Casa de Salomón
es prácticamente absoluto en toda la isla gracias a la
utilización de la ciencia, y llega incluso más
allá de la isla, a diversos puntos donde hay
espías al servicio de aquella casa.- Quizá por
primera vez en el pensamiento moderno el ejercicio autoritario
y absoluto del poder utiliza la ciencia y la tecnología
con este impudor. En este sentido Bacon, queriendo ser un gran
utopista, va a representar una posición
“preantiutópica” más que otra
cosa.” Idem.; p. 41.

[72] “La función religiosa va a
ser para Campanella todavía más decisiva que para
el autor de Utopía. Campanella va a llevar su
radicalismo teísta hasta la fundamentación de la
organización social como una propia y auténtica
teocracia. La actitud teísta y cultualista impregna la
vida, la procreación, la inmortalidad, la
organización social.” Idem.; p. 37.

[73] “De hecho Campanella realiza la
unión entre lo natural y lo religioso con la misma
facilidad que Moro, y muchos de los argumentos que presenta
para mostrar o justificar una respuesta “natural”
están basados en ciertos “padres” de la
iglesia católica. Ideologiza claramente cuando habla de
lo “natural” transmutando determinados esquemas de
ese mundo; por ello, a causa de su maniqueísmo,
considera natural la procreación pero no el
placer.” Idem.; p. 37.

[74] Estébanez, Emilio G., en
Introducción a: Campanella, Tomás, “La
Ciudad del Sol”; Mondadori; Madrid; 1.988; 1ª edic.;
p. 98.

[75] “La doctrina es la materia del
diálogo; la imaginación, del viaje, pues bastante
pábulo había para la fantasía en los
relatos de quienes volvían maravillados de visitar
tierras lejanas. Sin llegar a la tajante división que
hace Moro, tal es la pauta habitual en Campanella, Bacon,
Foigny, Cyrano de Bergerac, etc., utopistas que se sirven de
una sencilla, casi pueril narración de viajes para
facilitar la presentación de la comunidad ideal,
prudentemente situada más allá de los
límites abordables de la oikoumene: en islas perdidas en
el inmenso mar del Sur, o en tierras australes, o en un
país en el corazón de Africa, y en el caso de
Cyrano, nada menos que en el Sol y la Luna.”
López-Morillas, Juan; op. cit.; p. 10.

[76] Campanella, Tomás; op. cit.; p.
118.

[77] Idem.; p. 118.

[78] Idem.; p. 118.

[79] “…Vitruvio establece las
consideraciones fundamentales que deben ser tenidas en cuenta
en el diseño de poblaciones y describe los rasgos
distintivos de una ciudad diseñada según un plano
circular. Sus ideas no estaban, sin embargo, ilustradas por un
plano real. Hasta donde se sabe esta forma no fue nunca
utilizada en la práctica por los romanos en ninguno de
los innumerables campamentos y poblaciones militares que
fundaron por todo el imperio. El propio Vitruvio estaba por
tanto recomendando un plano teórico, el plano de la
ciudad ideal.” Morris, A. E. J.; “Historia de la
forma urbana. Desde sus orígenes hasta la
Revolución Industrial”; Gustavo Gili; Barcelona;
1.998; 6ª edic.; p. 188.

[80] “La psicología moderna, al
estudiar los mitos y las religiones desde el punto de vista de
los arquetipos innatos, descubre en el círculo o
“mandala” y su aplicación a la arquitectura
urbana una doble significación. La primera es de
intimidad, de autosuficiencia segura al amparo del amor materno
(círculo= seno maternal). (…) Pero, aparte esta
insularidad tranquila, están los símbolos del
“universo contra”, que edifican la muralla o
baluarte para protegerse y vencer a los posibles perturbadores
provenientes del exterior. Continuamente se pasa de la
pasividad a la actividad defensiva. Ambos elementos se destacan
con nitidez en las instituciones de la Ciudad del Sol, pero
también en todo el género utópico.”
Estébanez, Emilio G., en op. cit.; p. 100.

[81] Haciendo referencia al cuadro de Pieter
Brueghel dice: “La Ciudad del Sol, de Camapanella, estuvo
influida en su concepción básica por esta imagen
de la Torre de Babel, pues se eleva en lo alto de siete grandes
círculos concéntricos, que corresponden a los
siete planetas. Las murallas están ricamente decoradas
con un resumen de los logros humanos. En el centro aparece un
templo circular con un altar decorado un globo, reflejando
así de forma ecléctica el gusto del Renacimiento,
junto con la tradición platónica y algunas
reminiscencias de la Utopía de Moro.”, op. cit.;
p. 88.

[82] Campanella, Tomás; op. cit.; p.
118.

[83] Humanes Bustamante, Alberto; “La
arquitectura prometida de una capital sin fortuna”; en:
idem et ali..; “Madrid no construido: imágenes
arquitectónicas de la ciudad prometida”; C.O.A.M.;
Madrid; 1.986; 2ª edic.;

[84] Hacemos, para este encuadre
histórico, un resumen del capítulo XIII “La
cultura burguesa”, de la obra de Vicens Vives, Jaime;
“Historia General Moderna”; Montaner y
Simón; Barcelona; 1.974; 9ª edic.

[85] “La revolución industrial
ha causado cambios profundos en la distribución, sobre
el territorio inglés, de los habitantes. Durante la
primera mitad del siglo XVIII Inglaterra es aún un
país esencialmente rural, y hasta la industria tiene su
sede, primordialmente, en el campo. Mientras el tratamiento de
los minerales de hierro se hace con carbón vegetal, los
altos hornos surgen donde haya bosques; la industria textil se
basa en la organización del trabajo a domicilio, y los
mismo campesinos, junto con sus familias, alternan las labores
del campo con el hilado y tejido, con instrumentos manuales de
su propiedad o alquilados a sus patronos.- Pero cuando se
empieza a trabajar el hierro con carbón fósil se
concentran los altos hornos en las regiones
carboníferas; cuando R. Arkwright encuentra, en 1.768,
el modo de aplicar la energía hidráulica al
hilado, y E. Carwright, en 1.784, al tejido, estas labores se
concentran en los lugares en donde es posible utilizar la
energía del agua corriente; y desde que la
máquina a vapor de Watt es patentada en 1.769, comienza
a usársela en lugar de la fuerza hidráulica
(entre 1.785 y 1.790), con lo que la concentración puede
aparecer en cualquier parte, incluso lejos de los ríos;
la red de canales, construida desde 1.759, al disminuir el
precio de los transportes, incluso para los materiales pobres,
quita cada vez más importancia al carácter
vinculante de la localización de las instalaciones
industriales.” Benevolo, Leonardo; “Historia de la
arquitectura moderna”; Gustavo Gili; Barcelona; 1.999;
8ª edic.; p. 65.

[86] “Hacia 1.850 una buena parte de
los descubrimientos científicos fundamentales de la
nueva fase se habían realizado: la pila
eléctrica, el acumulador, la dínamo, el motor, la
lámpara eléctrica, el espectroscopio, la
teoría de la conservación de la
energía.” Mumford, Lewis; “Técnica y
civilización”; Alianza Editorial; Madrid; 1.998;
2ª edic.; p. 235.

[87] “Los primeros intentos de corregir
los males de la ciudad industrial se polarizan en dos casos
extremos: o se pretende volver a comenzar desde el principio,
contraponiendo a la ciudad existente formas de convivencia
dictadas por la teoría pura, o se intenta resolver cada
uno de los problemas y remediar sus inconvenientes, sin tener
en cuenta sus vinculaciones y sin una visión global del
nuevo organismo ciudadano.- Al primer caso pertenecen los
denominados utopistas – Owen, Saint-Simon, Fourier, Cabet,
Godin-, que no se limitan a describir sus ciudad ideal, como
Moro, Campanella o Bacon, sino que se esfuerzan en ponerla en
práctica.” Benevolo, Leonardo;
“Orígenes del Urbanismo Moderno”; Celeste
Ediciones; 1.994; 1ª reimp.; p. 7.

[88] Ver concepto y características de
utopía urbana en sentido estricto en la página 4
de este trabajo.

[89] Choay intenta adaptar la idea de
Mannheim de utopía y su clasificación, pero
declara que no le parece posible: “Este concepto no puede
ser utilizado si no se hace referencia a la obra capital de
Mannheim “Ideología y utopía”. (…)
Mannheim, contrariamente a Marx, ha insistido sobre el
carácter activo de la utopía en su
oposición al status quo social, y sobre su papel
desintegrador. (..) No hemos podido adoptar aquí su
clasificación de las formas de la mentalidad
utópica: nuestro modelo progresista engloba a la vez su
“idea humanitaria liberal” y una parte de su
“idea socialista comunista”. Además nuestro
modelo culturalista no es enteramente asimilable a la
“idea conservadora”. Choay, Françoise;
“El urbanismo. Utopías y realidades”; Lumen;
Barcelona; 1.976; 2ª edic.; p. 20.

[90] “De un conjunto de
filosofías políticas o sociales (Owen, Fourier,
Considérant, Proudhom, Ruskin, Morris) o de verdaderas
utopías (Cabet, Richardson, Morris) se desprenden, con
mayor o menor lujo de detalles, dos tipos de proyecciones
espaciales, de imágenes de la ciudad futura, que, de
ahora en adelante llamaremos modelos.” Idem.; p. 21. Los
modelos de Choay van a ser principalmente dos, el progresista y
el culturalista.

[91] “Al utopismo progresista se opone
el utopismo nostálgico, y a la religión del
funcionalismo, el culto a los valores ancestrales, cuyo
funcionamiento queda evidenciado por su historia y por su
arqueología.” Choay, F.; op. cit. p. 59

[92] “Sin embargo, todos ellos imaginan
la ciudad del porvenir en términos de modelo. En todos
los casos, la ciudad, en lugar de ser pensada como proceso o
como problema, es siempre planteada como una cosa, como un
objeto reproducible. Es sustraída de la temporalidad
concreta y se convierte, en sentido etimológico, en
utopía, es decir, de ninguna parte.” Idem.; p.
32

[93] “En la raíz misma de toda
propuesta de ordenación, tras los raciocinios o
conocimientos que pretenden apoyarla en la verdad, se ocultan
una serie de tendencias o sistemas de valores. (…) Pueden
reducirse a los sistema antagónicos citados:
progresismo, culturalismo, naturalismo. Fe en el progreso y en
la ciencia todopoderosa; aversión hacia la sociedad
mecanizada y nostalgia de las antiguas comunidades culturales;
aversión a un mundo “desnaturalizado” y
nostalgia de una relación formadora con la naturaleza:
estos han sido los fundamentos afectivos – y, a veces,
inconscientes- del preurbanismo y del urbanismo.” Idem.;
p. 95.

[94] La consideración de estos
pensadores como utópicos, en el sentido estricto
mencionado, pugna con la crítica marxista del socialismo
utópico, precisamente por entender éste que dicho
pensamiento nunca puede ser transformador de la realidad, ni
ningún avance en el desarrollo de la lucha de clases:
“Precisamente por estas posiciones determinadas de una
manera histórica, las propuestas operativas elaboradas
por Owen y Fourier contienen, en efecto, la denuncia de las
consecuencias negativas de la ciudad industrial (usura del
suelo, división del trabajo, etc.), pero las soluciones
espaciales alternativas que proponen se colocan fuera de la
ciudad, en un sistema organizado que está por completo
centrado sobre la autonomía (económica y
arquitectónica) de organizaciones simples, elementales,
capaces de asegurar una vida equilibrada y completar un
número reducidísimo de habitantes (de 1.200 a
1.600 personas) en cuanto contiene en sí todos los
grados de la producción, del sustento, de la
educación, del ocio y de la cultura. Tanto el
Falansterio como los Centros de Cooperación y
Armonía, una vez alcanzado su
“máximum” óptimo -previsto y por
tanto planificado hasta en los detalles- admiten un ulterior
desarrollo sólo en la repetición en
extensión del organismo elemental.- Para negar las
causas de efectos históricos juzgados negativos (…) se
vuelve a formas de producción – y por tanto de
relaciones sociales y por tanto de asentamientos- totalmente
primitivas…” Aymonino, Carlo; “Orígenes y
desarrollo de la ciudad moderna”; Gustavo Gili;
Barcelona; 1.992; 1ª edic.; p. 21.

[95] “Las ciudades ideales descritas
después de 1.848 – Victoria, de J.S. Buckingham,
publicada en 1.849, e Hygeia, de B.W. Ricahrdson, publicada en
1.876- derivan de aquellos precedentes, pero carecen ahora de
connotaciones políticas, mientras que se da toda la
importancia a sus características constructivas y
técnicas; constituyen el eslabón de unión
entre las utopías socialistas y el movimiento de las
ciudades-jardín, que empieza a despuntar a fines de
siglo, pero confirman en el fondo, el agotamiento de la
línea de pensamiento de Owen, Fourier y Cabet,
insostenible en la nueva situación económica y
social.” Benevolo, Leonardo; “Historia de la
arquitectura moderna”; op. cit.; p. 189.

[96] Benevolo, Leonardo; op. cit.; p.
179.

[97] “Este conjunto de beneficios
podría en teoría dispensarse universalmente, en
hábitats pequeños; pero es preciso comenzar a
actuar en algún lugar, y una combinación de
acontecimientos particulares ha fijado este punto en nuestro
establecimiento.” Owen, Robert, citado en Benevolo,
Leonardo; “Orígenes del Urbanismo Moderno”,
op. cit.; p. 63.

[98] Idem.; p. 65.

[99] Benevolo, Leonardo; “Historia de
la arquitectura moderna”; op. cit.; p. 181.

[100] “En sus últimas obras Owen
se convierte en el apóstol de un mesianismo social,
adecuadamente expresado en “El nuevo mundo moral”
(…) Anuncia el reino de Dios sobre la tierra, el advenimiento
de una era de virtud y de felicidad; repite sin cesar que
“los tiempos están próximos”. El
owenismo, pues, parte del paternalismo y termina en una especie
de milenarismo laico.” Touchard, Jean; op. cit.; Vol. II;
p. 202.

[101] Idem.; p. 203.

[102] “En todo caso, Fourier persigue
con un odio tenaz al comercio y a los comerciantes. Estos son
parásitos, y todo su arte consiste en vender a seis
francos lo que cuesta tres, y en comprar en tres lo que cuesta
seis. El comercio crea una “feudalidad mercantil” y
favorece el reinado de los banqueros (a los que Fourier juzga
con mucha menos simpatía que Saint-Simon). El
liberalismo económico engendra una anarquía y una
miseria de las que Inglaterra ofrece un triste
espectáculo. Fourier habla sin ninguna afabilidad de los
“comerciantes de Londres” y de la codicia
inglesa.” Touchard, Jean; op. cit.; p.212.

[103] “Esta nueva
“radicalidad” se encuentra precisamente en su
proposición de un nuevo modo de vida absolutamente
diferente a los modos de vida conocidos hasta ese momento. Un
modo de vida que no hace referencia únicamente al Estado
o a las estructuras políticas, sino también a la
vida cotidiana, a todos los actos de la vida, que deben ser
guiados ahora por la pasión amorosa.”
Monclús, Antonio; op. cit.; p. 63.

[104] “No se puede marginar el hecho de
que la insistencia del autor en criticar la tiranía de
la razón y en proponer una sensibilidad apasionada,
supone un proyecto utópico que tiene el coraje de
romper, de una manera explícita, con todos los supuestos
tradicionales que constituían la base del discurso
utopista del Renacimiento. Y además eso supone la
valentía de denunciar un discurso contemporáneo
“revolucionario” que sin embargo no sabe romper su
filiación con el viejo esquema de la razón.
Allí es donde Fourier va a asombrar a los utopistas
posteriores que sabrán descubrir en el discurso racional
uno de los principales orígenes de la estructura
opresiva de Occidente. No es por casualidad, en efecto, que
Breton o el mayo del 68 francés va a redescubrir a
Fourier.” Idem.; p. 63.

[105] “El acercamiento a la naturaleza
por la pasión va a significar un ataque muy importante
al esquema del poder tal como los utopistas modernos lo
presentaban a partir de una naturaleza desplegada
“racionalmente”. Va a significar la
introducción de un elemento de inestabilidad que va a
impedir una fácil utilización al servicio del
poder, de manera contraria a la facilidad de la razón.-
Todo esto no significa que el poder no exista en Fourier o que
no defienda ideas como la de Dios. Basta tener en cuenta que en
la minuciosa disposición de los falansterios hay fuertes
dosis de poder y, en este sentido, de control de la libertad.
Es en aquella línea de huida donde se encuentra el
utopismo de Fourier, “más utópico”
que el de Moro o Campanella, expresando bien, con todos sus
defectos, el recorrido contemporáneo de la
utopía” Idem.; p. 64.

[106] “De hecho su preocupación
por terminar con una actitud moralista va a recordar los versos
malditos de Rimbaud o la obsesión de Nietzsche; su
definición del secreto de la moral como una
hipocresía que se adapta a las circunstancias y se quita
la máscara en cuanto puede, va a recordar claramente al
autor del Zaratustra. El antimoralismo de Fourier hace del
autor de los falansterios algo más que un urbanista o un
arquitecto. Va a hacer de los falansterios un proyecto de
alternativa en donde los cambios geométricos van a
implicar otro hombre gracias a la célebre
atracción apasionada.” Idem.; p. 65.

[107] Fourier, Charles, en “Tratado de
la asociación doméstica y agrícola”,
citado en Benevolo, Leonardo; “Origenes del Urbanismo
Moderno”; op. cit.; p. 83.

[108] “Esta descripción anticipa
en forma sorprendente el contenido de los reglamentos
constructivos del siglo XIX, y les atribuye un valor resolutivo
que será desmentido por la experiencia posterior; sigue
siendo, quizá, la más importante
contribución de Fourier a la práctica
urbanística futura.” Idem.; p. 84.

[109] “Aún más complejo
es el engranaje de la “ciudad del garantismo”
prefigurada por Charles Fourier – con sus tres bandas
concéntricas de edilicia direnciada-, donde,
además de la propuesta de una inédita
tipología productivo-residencial para una comunidad de
1.620 habitantes (el Falansterio), se plantea contextualmente
la formulación de una normativa edilicia de sorprendente
lucidez legislativa.” Gravagnuolo, Benedetto;
“Historia del Urbanismo en Europa. 1.750-1.960”;
Akal; Madrid; 1.998; 1ª edic.; p. 65.

[110] Seguimos la descripción de
Benevolo en “Los orígenes del Urbanismo
Moderno”; op. cit. p. 85 y ss.

[111] “Los alojamientos, las
plantaciones y los establos de una sociedad que opera por
series de grupos tienen que diferenciarse en forma prodigiosa
de nuestras aldeas o suburbios, ocupados por familias que no
tienen relación societaria alguna y actúan
contradictoriamente…” Fourier, citado en Benevolo; op.
cit.; p. 86.

[112] “Fourier era consciente de la
influencia vivificadora de la arquitectura sobre las
actividades y relaciones humanas y daba gran importancia a la
variedad y a la facilidad de accesos. Sus “séries
passionnées” se dividían en subsecciones:
los niños, los pobres, la clase media, los ricos y los
expertos elegidos. El alojamiento y la participación de
los miembros admitía diferencias de calidad, elemento
que favorecía la variedad.” Rosenau, H.; op. cit.;
p. 158.

[113] “Las comunidades de Fourier
debían basarse en la horticultura y en la agricultura,
con cierto refuerzo por parte de la manufactura, pero el
proyecto no es muy claro respecto a esta última.”
Idem.; p. 158.

[114] “Conviene señalar que el
“patio” de tres lados lo utilizó ya Owen en
los edificios auxiliares de su proyecto de 1.817, pero Fourier
no debió tener conocimiento de ello, o al menos no lo
quiso reconocer…”; Idem.; p. 157.

[115] “Fourier concibe el edificio bajo
las formas áulicas de la arquitectura representativa
francesa; deberá ser simétrico, con tres patios y
numerosas entradas, siempre en el eje de los diversos cuerpos
de fábrica; el patio central, llamado Place de Parade,
si vigilará desde la Tour d’Ordre, donde
habrá un reloj y un telégrafo
óptico.” Benevolo, Leonardo; “Historia de la
arquitectura moderna”; op. cit.; p. 183.

[116] “El alzado del falansterio, con
sus columnatas que permitían pasar a todas las partes
del edificio sin tener que mojarse en caso de lluvia, recordaba
la fachada del Louvre de Perrault, las arcadas de la Place de
la Concorde y de la parte del Palais Royal construida en el
siglo XVIII.” Rosenau, H.; op. cit.; p. 157.

[117] “El comunismo de Cabet no deriva
en modo alguno de un análisis a fondo de las realidades
contemporáneas. Es una mezcla en la que se combinan
Platón, Tomás Moro, las utopías comunistas
del siglo XVIII, el owenismo y un cristianismo fraternal que se
emparienta con el de Saint-Simon: el comunismo icariano es el
“verdadero cristianismo”.” Touchard, J.; op.
cit. p. 222.

[118] “Incluso las principales
utopías de la fase paleotécnica eran
nacionalistas y militaristas: La Icaria de Cabet,
contemporánea de las revoluciones liberales de 1.848,
era una obra maestra de regimentación guerrera en cada
detalle de la vida…” Mumford; L.; op. cit.; p. 213.

[119] “La organización colectiva
de la economía ha eliminado el comercio al por menor, y
por lo tanto las tiendas, que son sustituidas por almacenes y
atéliers estatales. Los cementerios, las fábricas
y los hospitales se encuentran fuera de la ciudad, en medio de
espacios verdes. La circulación está regulada a
fin de garantizar la seguridad de los peatones; éstos
recorren adecuados pasajes cubiertos, en tanto que los
vehículos circulan por caminos apropiados, de los cuales
no pueden salir; es obligatorio conservar la derecha.”
Benevolo, L.; “Orígenes del Urbanismo
Moderno”; op. cit.; p. 106.

[120] Op. cit.; p. 155 y siguientes.

[121] Creemos importante reflejar la
impresión que esta devaluación de la
utopía, como hemos visto, le merece a los siguientes
autores: “La idea de Cabet de fundar una
metrópolis termina, pues, en una reductio ad absurdum, y
lleva a la formación de núcleos rurales
progresivamente más reducidos, hasta llegar a las
dimensiones de una hacienda agrícola normal.”
Benevolo, L.; “Historia de la arquitectura
moderna”; op. cit.; p. 186. Igual de incisivo es
Benedetto Gravagnuolo: “Son bien conocidas las
vicisitudes que impulsaron a los utopistas europeos a elegir
América como tierra prometida para la
verificación de sus rêveries sociales. Vicisitudes
que concluyen en una cadena de fracasos: a partir de New
Harmony, fundada en Indiana por Owen en 1.826, a la North
America Phalanx, erigida en Nuevo México en 1.851 por
Víctor Considérant (uno de los más fieles
prosélitos de Fourier), hasta la Icaria de Texas
(1.848), la Icaria Nauvoo de Illinois (1.849) y la Icaria de
St. Louis, tentativa última de Cabet poco antes de su
muerte (1.856). Así, poco a poco, el sueño de una
sociedad nueva, renovada completa y radicalmente por los
ideales de la cooperación colectiva y de la
armonía universal, se refugia en cenobios cada vez
más pequeños y apartados, viniendo a integrarse,
de hecho, en el cauce de las colonias religiosas de
América.” Op. cit.; p. 66.

Partes: 1, 2
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